El mestizaje gastronómico se
inicia en 1521 con la caída de la ciudad de México a manos de los españoles y
va desarrollándose después a lo largo de tres siglos, a la par que avanzan las
fuerzas militares y religiosas de los conquistadores hacia el sur, el occidente
y el norte de esta metrópoli. Hay que recordar que, ya entrado el siglo XVIII,
apenas se lograba la conquista, allá por lo rumbos de Sonora y las Californias.
El maíz es su máximo
representante, con más de siete milenios de antigüedad y que según los mayas es
la creación de los dioses y a partir del cual crearon la humanidad. El origen y
cultivo de este nutritivo y rico elemento ha sido base de la alimentación de
todas las culturas de nuestro país, por lo que es un símbolo de creencias y de
identidad cultural.
Hay ciertas creaciones
gastronómicas que surgieron localmente y que por su calidad y aceptación
generalizada se han vuelto emblemáticas de la cocina mexicana en lo general.
Éste es el caso de platillos como la cochinita pibil (yucateca), el mole
oaxaqueño, el mole poblano, el pozole (identificado con Sinaloa, Jalisco y Guerrero),
el cabrito (coahuilense y neoleonense), el pan de cazón campechano,
el Churipu y las corundas purépechas (de Michoacán),
el menudo de Sinaloa, Sonora y Chihuahua y
otros muchos alimentos, en una larga lista de honor de la gastronomía mexicana.
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